En la mitología griega, Atalanta fue una heroína vinculada al ciclo arcaico, consagrada a Artemisa y reconocida por sus inmejorables habilidades para la caza.
Sus orígenes descienden de Árcade, y de Clímene. Para Eurípides y otros, su padre es más bien Ménalo, por quien la isla Ménalo fue nombrada. Sin embargo, la versión más difundida, especialmente desde Hesíodo, es la de que Atalanta es hija de Atamante y Temisto, gracias a lo cual se relaciona con la cultura beocia.
Su padre quería únicamente hijos varones y por eso, al nacer Atalanta, la abandonó en el monte Partenio a su suerte. Pudo sobrevivir gracias a que una osa la cuidó y la amamantó, hasta que unos cazadores la encontraron y decidieron criarla.
Una vez que se convirtió en una bella y ágil mujer, Atalanta decidió no casarse y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería, Artemisa, a quien emulaba con sus acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque cazando y llegó a ser una de las cazadoras más renombradas de la antigüedad.
Como mujer se enfrentó a muchos peligros, como cuando dos centauros —Reco e Hileo— quisieron violarla, pero pudo defenderse gracias a sus inigualables habilidades y mató a los centauros con sus flechas. Su fama se difundió sobre todo después de participar en la cacería del jabalí de Calidón y después de obtener el premio a la carrera en los juegos fúnebres organizados en nombre de Pelias, donde compitió con Peleo, padre de Aquiles, el de los pies ligeros, héroe del ciclo troyano.
Además de estar consagrada a Artemisa, lo que implicaba que debía mantenerse virgen, le predijo un oráculo que el día en que se casara, iba a ser convertida en animal. Por ello, y para evitar cualquier pretendiente, anunció que su esposo sería sólo aquel que lograra vencerla en la carrera, con la condición de que si ella triunfaba, debía matar a su oponente. Sin embargo, a pesar del peligro, muchos lo intentaron e irremediablemente perecieron, porque era invencible, aún cuando les daba alguna ventaja al inicio de la carrera.
Hasta que llegó el momento en que apareció el joven que logró vencer a Atalanta en la competencia. Este apuesto joven llamado Hipómenes decidió probar suerte en la carrera para obtener la mano de Atalanta, pero tenía una gran ventaja y es que llevaba con él unas manzanas de oro que le había regalado Afrodita, diosa del amor, y que procedían del jardín de las Hespérides, y con ellas engañó a Atalanta; cada vez que la joven le iba a dar alcance, Hipómenes dejaba caer una de las manzanas, que Atalanta se detenía a recoger fascinada por su belleza. Mientras ella se distraía con cada manzana que caía, el joven pudo vencerla y así obtuvo su mano.
La pareja muy enamorada vivió feliz durante un tiempo, compartiendo sus cacerías y hazañas. En una de estas persecuciones, los esposos entraron en uno de los santuarios de Zeus, y enamorados como estaban se detuvieron y gozaron de su amor. Zeus montó en cólera por el sacrilegio y transformó a la pareja en dos leones. Aparentemente, los griegos creían que los leones no se cruzaban entre sí, de manera que al convertirlos a ambos en leones, Zeus estaba no sólo quitándoles su condición humana, sino condenándolos a una vida separada. Además de transformarlos en leones, los condenó a tirar del carro de la diosa Cibeles